Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Vestigios del futuro

La utopía de María Teresa Andruetto es llevar libros a toda Argentina, que aparezcan nuevos lectores. El mundo publica al año un millón de títulos de libros, pero más que ante esa cifra, es ante los estantes de librerías y bibliotecas que no sienten vértigo de la demasía.

Marisol Shulz, quien fuera editora de Alfaguara y ahora dirige la Feria del Libro de Guadalajara, hace unos años calculó haber leído dos mil libros, es una cifra respetable de lector mayor, de lector competente, de editor. Es la que estima también el editor argentino Mario Muchnik, autor de “Lo peor no son los autores”, está probado además que el narcotraficante Miguel Ángel Félix Gallardo en sus veinte años de prisión también leyó dos mil volúmenes. Lamian Hown que por años se encargó de la crítica literaria del New York Times se quejaba por no conseguir sobrepasar los tres libros a la semana. Alfonso Reyes en su vida profesional de sesenta o sesenta y tres años, analizó unos 1,500 títulos, sin contar sus relecturas. José Luis Borges, quien llegó a ser un bibliotecario ciego llegó a descifrar cinco mil libros. Un caso extremo es el norteamericano Kim Picking quien padecía el síndrome de sabio y leía en ocho segundos dos páginas a la vez, usando un ojo para cada folio a la vez, memorizaba un libro en una hora, llegando a leer doce mil títulos. Una biblioteca escocesa documentó que Luis Brown hasta los 91 años leyó 25 mil volúmenes. Se dice que Carlos Monsiváis alcanzó los 30 mil títulos. Ramón Menéndez Vidal se adentró en 60 mil libros durante su vida. Un buen lector común podrá leer, en su vida, entre 200 y 300 libros, pero lo importante, lo señala Andruetto, son los buenos libros, los que permanecen, los que trascienden en la vida, los que redibujan nuestro perfil y para multiplicar a los lectores y además como diría Luis Alberto Espineta, tener esos libros de la buena memoria, en donde a veces nos llegan los vestigios del futuro, lo primero es lograr para todos el acceso a los libros, a la bibliodiversidad.

 

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