Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Una nueva cultura académica

Nos comenta Carla Lennox que las plataformas para la investigación, como J Stor, que fueron creadas para la administración de información de las revistas académicas, en los últimos años están incorporando libros electrónicos con el objetivo de que sean más visibles. 

En un mundo en el que el recurso más abundante es la información, parece lógico encontrar las virtudes de las herramientas que hacen posible las búsquedas de datos, el conocimiento referenciado, la construcción de documentos científicos y la medición del factor de impacto. Al fin y al cabo es obsoleta la imagen de un académico suscrito a algunas revistas, examinando ansioso su contenido, corrigiendo o adecuando las ideas de sus colegas, y escribiendo los resultados.

Hay dos situaciones que convergen en una nueva cultura académica. Por una parte el comportamiento de los Millennials o Generación del milenio que es impaciente y quiere todo masticado y digerido. La otra cuestión es la mayor selección que necesita la asignación de un presupuesto para la ciencia y la educación estático o menguante, entre una creciente población de investigadores. Repartir el pastel de la inversión científica entre más personas exige hacer cada vez más complejas las reglas del juego. 

Sin embargo, todo esto no es más que un espejismo. Ya lo advertía el filósofo Jean-Marc Lévy-Leblond cuando mencionaba que la torre de marfil es pobre en espejos y los científicos casi no conocen su imagen.

La industrialización de la ciencia ha causado que las revistas académicas se conviertan en entidades evaluadoras más que en medios de comunicación. Además, la estandarización de los procedimientos de escritura y edición produce artículos científicos monótonos, aburridos y alejados del público lector.

El círculo de usuarios de revistas académicas se ha organizado para leerse y citarse entre sí. Lo interesante será el debate que se presente cuando ese modelo intente trasplantarse al campo de los libros universitarios, donde lo esencial son los contenidos.