Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
La camarería del buen librero

Javier García del Molar, tuvo la intención, con un amigo, de abrir una librería para expandir la franja de gente lectora y su pequeña librería en Dallas, que es además un bar y cuenta con un gran programa cultural, tiene una personalidad definida, la librería es producto de una enorme capacidad de contribución social, de lealtad hacia los congéneres. Se ha dicho que una librería no debe estar enfocada al producto, es decir el libro, sino el servicio, por eso han ido desapareciendo las librerías que guardan los libros en estanterías, se presentan entre su acervo y los lectores un mostrador como obstáculo, como trinchera de guerra, como símbolo de que se está a la defensiva. Hay librerías de estantería abierta que también están enfocadas al producto que manejan los libros como si fueran más importantes su conservación que su venta, es el caso de aquellas con libreros que no permiten que se rompa el plástico de retractilado, que no le ponen precio a los ejemplares, que no quieren que uno hojee las publicaciones, que se enojan si uno va cargando algún título sin decidir su compra, un lector, para esa clase de librerías, es un ladrón, los policías y los encargados están más preocupados por vigilar los movimientos que uno hace, y todavía después de pagar se nos quedan viendo achicando los ojos como diciendo:“ los dos sabemos que no te pillaste un libro porque te vigilé bien”. El libro debe ofrecerse para que se conozca, se examine y en una de esas hasta se compre, pero no basta con el libro, actualmente no vivimos sólo en una economía de servicios, sino en una economía de experiencias y lo que se debería ofrecer en las librerías son emociones positivas para lograr la lealtad del lector que es un cliente especial que siempre se las arregla sólo, pero que valora mucho la verdadera camaradería, entrar a una librería, beber una cerveza, escuchar hablar de libros y brindar por las lecturas puede representar un oasis para muchos lectores, brindemos por eso.

 

Esta columna apareció en