Hipertexto

Camilo Ayala Ochoa

Camilo Ayala
Historiador, editor y escritor.
Fundador del Banco de Información de Historia Contemporánea del Colegio de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.
Escuchando a los mediadores de lectura

Leer un libro con curiosidad y expectación es una necesidad imperiosa que, a fuerza de repetirse, deriva en un deseo incontenible de compartir experiencias lectoras. Eso pasa en quienes creemos que los signos trazados en papel o que pulsan en una pantalla producen efecto sobre la sustancia del lector, que transforman la existencia acercándola a una espiritualidad más rica que la prosperidad económica. Y salimos a contagiar esa creencia buscando la lectura no erudita o individual que se hace en silencio, sino la social, la que se realiza en voz alta.

Eso les pasa a los mediadores como Leticia Gutiérrez, de la sala Pepe Lectores, que han encontrado en el Programa Nacional Salas de Lectura de la Secretaría de Cultura, creado en 1995, un espacio para hacer leer donde no se lee. Las salas han sido abiertas por miembros de la sociedad civil que acondicionan un espacio en su domicilio o en escuelas, hospitales, albergues, asilos, cárceles, iglesias, plazas e incluso panteones. Ellos reciben un lote inicial de cien títulos que acrecientan con donativos particulares. Los voluntarios son capacitados constantemente en la mediación lectora a través de cursos y textos especiales. 

Pero la verdadera batalla de los mediadores está en perseverar, en buscar cariñosamente adoptar un acervo sin poner reparos a libros usados; en sanar las cicatrices de los problemas, las frustraciones y las incomprensiones, a veces coléricas; en luchas contra la falta de luz pública y las condiciones climáticas; en tener los libros acomodados aunque no vengan los lectores o éstos sean muy pocos; en hacer pasar a niños, en ocasiones desnutridos, de la lectura susurrante a la lectura compartida; en prestarle un libro a una mujer abrumada de tareas o a un hombre agotado por su jornada; en no regatear tiempo y denuedo para hacer lo que creen que vale la pena en la vida.

Escuchando a los mediadores ratificamos que los libros no sólo son más necesarios que el sosiego, sino que son más necesarios que las necesidades.

 

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