Blanco y negro

Inteligencia emocional, niñez y librerías

En estos tiempos en los que el espacio público se reconfigura para darle cabida a vialidades en las que puedan transitar más y más automóviles, en los que se asesinan árboles por las noches para colocar en lo que fueron espacios amables toneladas de varilla y cemento, en estos tiempos insisto en los que la plaza pública se privatiza o se convierte en túneles, puentes y segundos pisos, algo bueno hay que sacar de esta situación ¿no les parece? Si lo público es privatizable porqué no lo privado puede dar pauta a nuevos espacios de vinculación con comunidades fragmentadas que perdieron sus parques o sus banquetas anchas y sus camellones con palmeras. Las librerías son un espacio de vinculación con la comunidad, de diálogo amable y de información o esfuerzo para una cultura lectora, más socializada, pero aquí debo aclarar las librerías bien pensadas, manejadas por profesionales. La Catarina Marina es un espacio que afronta esos retos, porque su responsable tiene un vínculo estrecho con los libros y de manera particular con los de su especialidad, los libros para niños, estos tesoros a los que apuestan un buen número de editoriales, muchas de ellas independientes. 

El nativo digital que nace apretando botones, que transita de los colores y ruidos a gramáticas más agresivas como las de los videojuegos, tiene derecho a descubrir desde temprana edad y antes de que sea demasiado tarde, que hay espacios donde existen unos objetos de papel, llamados libros, que tienen otro ritmo, otra pedagogía y una lógica de paz, pero ¿cómo acercar a los niños a estos espacios? ¿Cómo hacerlo antes de que empiecen a tener malas experiencias con los libros en las escuelas y mediadores no calificados? Primero, hay que hacerlo con los padres. El espacio de la librería infantil tiene que ser acogedor y los libreros tienen que convertirse en una suerte de psicólogos de padres e hijos, saber qué buscan y permitirles a los padres y los niños, explorar ese universo ajeno al reflejo condicionado, la puesta que implica la edición de un libro infantil cierra perfectamente su ciclo, mientras haya más apuestas de librerías infantiles, concebidas como espacios para formar y consolidar lectores, y quien haga bien este trabajo, por supuesto que puede concebirlo como un buen negocio.

 

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