Blanco y negro

Contenedores de contenedores

El que exista toda una dinámica empresarial en la que estén involucrados ingenieros, arquitectos y diseñadores en torno a la cultura de la exhibición de libros, me parece fantástico, mientras más especializada se encuentre una empresa para atender nichos específicos, mejor.

En lo personal, siempre me han gustado los contenedores de conocimiento; es decir, los libros y los contenedores de libros; es decir, los libreros; en mi casa siempre los hubo y esta tradición prevalece en mi familia actual. Conozco un carpintero que me hace libreros a la medida, y hasta cierto punto, ergonómicos en relación con los espacios que deseo aprovechar.

Si tener libreros funcionales en casa o en el trabajo es necesario, en una librería es sencillamente indispensable. Libreros no sólo para almacenar, sino mesas o muebles especiales para exhibir portadas, además, de manera vertical, que es la mejor forma en la que un libro se puede vender. Saber de una empresa cuyos recursos están enfocados al diseño total de espacios en los que el libro es el producto estelar de venta, nos habla de la importancia que tiene la librería como el mejor lugar, todavía para adquirir un buen libro. Es el espacio privilegiado para la venta de estos objetos, aunque también nos topemos con ellos en supermercados, puestos de periódicos, sitios en línea, puestos ambulantes. Y por supuesto que para que este objetivo se consiga, al margen de las debidas estrategias de mercado y  de la funcionalidad y la belleza de los libreros, está de por medio lo que en dramaturgia o incluso en retórica llamaríamos el montaje, el manejo de la luz, los colores, la disposición de los libros, el sistema de datos de la librería, el profesionalismo de los vendedores que conforman un conjunto armónico que hace posible que la librería no sólo sea un lugar funcional, sino de agradable estancia.

Preocupados muchos como estamos por la falta de lectores y la fugacidad del tiempo, repensar a la librería fija o incluso itinerante, como el lugar privilegiado al que entraremos para adquirir un ejemplar que nos alejará del mundanal ruido, como la oda de Fray Luis de León, es reconciliarnos con espacios necesarios para el esparcimiento del intelecto o del espíritu que también los estamos perdiendo o los vemos montados en escenarios grotescos.

 

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